La animación
Mientras Niepce intentaba conseguir
sus primeras imágenes, el médico inglés Roget realizaba los
primeros experimentos acerca de la "persistencia retiniana"
y los presentaba a la Royal Society. Se trataba de la interpretación
de un fenómeno particular, el título de su presentación era
"Explicación de una ilusión óptica relativa a la apariencia
de los radios de una rueda vistos a través de una ranura vertical".
Un par de años más tarde, el mismo año en que Niepce obtenía
la primera fotografía de la historia, J. A. Paris inventa el
Taumatropo, juguete basado en los descubrimientos de Roget.
Consistía en un disco con dibujos diferentes en ambas caras,
que al rotarse rápidamente daba la ilusión de una figura única.
Un belga, Plateau, da forma a la teoría de la persistencia retiniana
y en 1829 inventa otro juguete, el fenakistoscopio. Estaba compuesto
de dos discos que giraban sobre un mismo eje, en uno de ellos
se practicaban ranuras radiales que permitían mirar el segundo,
donde se veían figuras estampadas, al girar los discos y mirar
a través de la ranura, las figuras parecían moverse. Este es
el primer invento que permite dar la ilusión de movimiento,
fue muy popular y dió origen a un gran número de aparatos similares.
El más popular por mucho tiempo fue el zootropo, inventado por
Horner en 1834. Se trataba de un cilindro bajo, con ranuras
verticales y figuras estampadas en su interior. Sencillo de
fabricar y cómodo de utilizar, se mantendría como el aparato
de animación más común hasta 1887, en que Reynaud inventa el
praxinoscopio, que reemplaza las ranuras por un bloque de espejos
situado en el centro de la rueda giratoria, lo que hacía al
aparato mucho más nítido, luminoso y fácil de observar.
